miércoles, 22 de abril de 2015

That was just a dream.


Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño tranquilo, se encontró en la cama tras escuchar el timbre de la puerta de la calle. Inmediatamente miró hacia el despertador que hacia tictac sobre la mesita de noche. «¡Dios santo, si son las nueve y cuarto! ¿Cómo no he podido oír ese chirriante sonido que hace el despertador que incluso hace temblar los muebles? ¿Tan profundo era el sueño en el que estaba sumido? ¿Y nadie se ha molestado en despertarme? ¡Oh dios, el jefe debe haberse dado cuenta de mi ausencia! Y más extraño aún, ¿nadie del almacén ha venido a preguntar por mí? Porque el almacén siempre abre antes de las siete…», pensaba para sí mismo Gregor mientras se aligeraba en ponerse sus ropas, coger su maleta y bajar lo más deprisa posible al salón principal, sin pensar en las voces que se escuchaban allí abajo, obviando que serían sus padres.

Cuando bajó el último escalón se encontró con un espectáculo que nunca pensó encontrarse: el jefe riendo a carcajadas junto a su padre quienes brindaban sentados mientras su madre tejía algo –quizás un vestido nuevo para Grete− en una mecedora cercana a donde los dos hombres –sin incluirle a él mismo− de la casa hablaban gratamente. Cuando los tres adultos se percataron de la presencia de Gregor, todos dirigieron la mirada hacia él. El rostro de los tres resplandecían de orgullo, pero ningún rostro resplandecía tanto como el de su padre. Gregor seguía impactado.

«¿Qué está ocurriendo aquí?»

―Mi hijo –dijo su padre empleando ese tono orgulloso que sus ojos brillosos mostraban de la misma manera−. Mi hijo ha hecho el mejor de los negocios que ningún viajante podría hacer; ese de ahí es mi hijo. La sangre Samsa se ve en él. En nuestra familia siempre hemos sido honrados y leales al trabajo.
El jefe rió.
―Reserva eso para el discurso, buen hombre –replicó, y le guiñó el ojo a Gregor por encima del borde de la copa.
―¿Discurso? –preguntó aturdido Gregor.
Su madre se levantó de su sitio y le acarició el hombro suavemente.
―¿Estás bien, hijo mío? Tu cara parece un cuadro. ¿Es que acaso no te lo esperabas o es que sigues encontrándote mal? Pensé que descansar te haría recuperar de ese resfriado que has pillado. ¿Ve, señor? Trabaja tan duro que así ha acabado pillando un resfriado de mucho cuidado.
El jefe hizo unos movimientos con la mano para quitarle importancia al asunto.
―¿Resfriado? –no recordaba estar enfermo.
―No te preocupes Gregor, puedes tomarte una semana de descanso si no mejoras, ¡pero no me falles en la cena del viernes! No puedes perderte ese discurso de tu padre, ¡ya lo tiene preparado y todo! ¡Mira, mira!
―Nos hemos reunido hoy aquí –comenzó su padre, abriendo los brazos para abarcar la sala entera− para honrar a mi hijo, Gregor Samsa, que ha conseguido acabar con las deudas de esta familia, y no solo eso, sino que ha hecho el mejor negocio que jamás alguien podría haber hecho en tiempos como estos. Junto con su hermana, Grete Samsa, me siento orgulloso de decir que mi hijo es uno de los mejores viajantes que he conocido, −volviéndose hacia el jefe, se dirigió hacia él− sin ofender.
―Oh, no no, no se preocupe –le respondió el jefe haciendo más gestos como símbolo de que no tenía importancia alguna.
―Hace falta más que una gran mente y dominio de las palabras para ser un buen viajante de comercio −continuó−. Hace falta un gran corazón. Mi hijo tiene las dos cosas. Es bueno en el trabajo y es bueno en el amor que nosotros, su familia, recibimos de su parte. Nunca habrán palabras suficientes para expresar nuestro eterno agradecimiento, hijo. Y por eso también quiero compartir nuestra otra buena noticia con vosotros.
―Eh, no me quite la noticia, ¡esa quiero dársela yo mismo, señor Samsa!
―Cierto, disculpe Señor, es que estoy tan orgulloso de mi hijo que…
―¿Queréis dejar de marear la perdiz y decir la noticia ya? ¡Gregor seguro que está de los nervios! Tranquilo, hijo mío –dijo la señora Samsa acariciando el brazo de Gregor esta vez.
―Gregor, has ascendido –se apresuró a decir el jefe−. Ahora trabajaras en el puesto del Señor apoderado, serás el nuevo empresario.
―¿Qué? –fue lo único que consiguió salir de la boca de Gregor−. ¿Y qué hay del Señor apoderado? ¿Tomará mi puesto?
―Oh no, querido, como tarde o temprano te enterarás en el almacén puesto que el apoderado se ha convertido en una víctima de murmuraciones por allí, te diré yo mismo, que lo he visto con mis propios ojos. El señor apoderado está en muy malas condiciones. Resulta que el Señor apoderado… ¡se ha convertido en un insecto gigante y repugnante! ¿Os lo podéis imaginar? Y no son alucinaciones mías.
―¿Q-qué? –tartamudeó Gregor aún más confundido, aunque tenía que admitir que sentía un tipo de satisfacción por la noticia ante el mal trato que tenía el apoderado hacia su persona.
―Como oyes. Aunque con la gran cantidad de dinero que has ganado… pensé que quizás querías dejar el trabajo. He venido personalmente para decirte que nos complacería mucho que siguieras con nosotros, un trabajador como tú no se tiene todos los días.
―Yo… esto… me gustaría dejar mi empleo si usted me lo permite, jefe. Han sido cinco años de mucho esfuerzo y la verdad es que me siento cansado de ello. Espero que usted comprenda todo lo que supone para mí el-…
―Es tu decisión, Gregor –lo cortó el jefe−. Lo entiendo perfec-…
El timbre sonó de repente.
La criada se dirigió inmediatamente a abrir la puerta y entonces una bella y joven doncella entró a la casa.
―¿Grete? –murmuró dudoso su hermano. Verla con esos tacones y ese maquillaje la hacía ver mucho más adulta y bella.
―¡Hermano! –exclamó esta de vuelta y corrió hacia sus brazos. A pesar del nuevo aspecto, seguía siendo la misma Grete de siempre−. ¡Hermano, que feliz estoy por ti! ¡Ya sabía yo que eras el mejor! Hermano –aprovechó Grete para susurrarle al oído al estar abrazada a él−. Hermano, tengo una buena noticia. ¿Recuerdas nuestro… secreto? Ya sabes, el conservatorio. Pues… hoy ha venido un hombre, en verdad, un director de orquesta, y me ha dicho que estaría encantado de que fuera parte de su orquesta. ¿Y sabes qué? –le preguntó alejándose de su oído−. ¡He aceptado!
―¡¿Qué?! ¡Eso es fantástico, Grete! ¡Vas a ser la mejor violinista de todos los tiempos! –exclamó feliz, rodeando su cintura para más tarde alzarla por los aires−. ¡ Mamá, papá, la hermana va a ser una violinista de orquesta!
 ―¡¿De verdad, cariño?! ¡Cómo me alegro por ti, mi niña! –exclamó excita la señora Samsa por la noticia, uniéndose al abrazo.
―Siempre supe que tenías talento, Grete –dijo el señor Samsa abriendo los brazos para abrazar a su hija también.
Grete, mientras abrazaba a su padre miraba directamente a Gregor con una seria expresión.
―Oh, por el amor de Dios –exclamó la muchacha, y chasqueó los dedos ante el rostro de Gregor. Tenía su cabello peinado en un recogido, y los ojos azulados le brillaban de enfado―. Padre nunca se verá orgulloso de que yo, una mujer, tenga un trabajo propio; él lo único que desea es verme casada y mantenida por un hombre. Gregor, ¡esto no está sucediendo!
―¿El qué? –Gregor se le quedó mirando.
―Es un sueño –explicó Grete−. Los deseos tienen mucho poder –añadió−, sobre todo los deseos más profundos de nuestro corazón.
Gregor pasó la mirada por la sala.
―¿Éste es el deseo más profundo de mi corazón?
―Claro –afirmó Grete−. Papá, orgulloso de ti. Tú, el viajante del momento y pudiendo dimitir del trabajo. Yo, yendo al conservatorio y siendo violinista. Todos adorándote.
―Vale, pero ¿y lo del Señor apoderado?
Grete se encogió de hombros.
―No lo sé. Esa parte es rara.
―Así que tengo que despertarme –Gregor giró sobre sí mismo y miró a su alrededor. Todo parecía real, lo sentía como real, pero no podía recordar de qué estaban hablando su padre o el jefe. No recordaba haber hecho un gran negocio, o haber conseguido integrar a su hermana en el conservatorio. No recordaba tener un resfriado.
―Pero el conservatorio… –susurró.
Los ojos de Grete se ensombrecieron.
―Lo siento, hermano −dijo−. Los deseos de nuestro corazón son armas que se pueden emplear contra nosotros. Lucha, Gregor –le acarició la mejilla−. Esto es lo que quieres, este sueño. Pero los sueños se ven como a través de un vidrio distorsionado y te muestran lo que deseas, pero retorcido y errado. Emplea ese error para escapar del sueño. La vida es pérdida, Gregor, pero es mejor que esto.
―Dios –exclamó Gregor, y cerró los ojos. Sintió que el mundo se resquebrajaba a su alrededor, como si estuviera rompiendo una cáscara para salir. Las voces se desvanecieron, junto con la sensación de estar de pie, el olor del vino, el clamor de la voz de su padre y, finalmente, la caricia de la mano de Grete en su rostro.

Cuando Gregor Samsa realmente se despertó una mañana después de ese ideal sueño, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
Tal vez la hermana se había equivocado. Tal vez, como ella decía, la vida era un sueño.

Pero el despertar es lo que nos mata.

Continuará...
(no, en serio, continuará, es que hoy era el plazo para publicar este trabajo pero os prometo un final)


martes, 17 de marzo de 2015

#FlâneurSalobreña

¡Hola lectores míos! ¿Me echabais de menos? Tranquilos, entre hoy y mañana tendréis más entradas por el hecho de que soy un desastre y se e acumula el trabajo :D

En fin, mi vida no os interesa, lo sé. Quería iniciar explicando a Baudelaire con otra entrada, pero ya que he terminado este trabajo final y mi profesor seguramente esté pensando en ponerme un examen por no escribir nada, subo esto (juro que haré los otros trabajos Aitor, siempre lo hago, tarde o temprano). Os explico: en estas semanas hemos estado leyendo a Charles Baudelaire, en este caso, su obra "Las flores del mal". 


En concreto, nos hemos centrado en "Los cuadros parisienses". Tras su lectura, nuestro profesor nos propuso hacer "Los cuadros de Salobreña", nuestro pueblo, y eso hemos hecho. 
Os invito a echar un vistazo.


I
FLÂNEUR

Este pueblo nunca duerme.
Gente pasea en la noche,
Perros se escuchan ladrar a través de mi ventana,
Las luces que deslumbran me mantienen despierta.
No puedo cerrar mis ojos,
Soy una flâneur de la calle.

Cruzo miradas con extraños,
Pero ellos no pueden invadir mi mente,
Ellos no pueden saber lo que pienso.

Soy una flâneur de la calle,

Con el sonido de la vida urbana haciendo eco en mi cabeza.


II
ALMA GEMELA

Sólo hay un lugar sublime donde los sueños se hacen realidad,
Donde la sombra y la luz bailan en el reflejo de mis ojos,
Cuya belleza se expresa en el cariño de sonrisas,
Pero qué peor sabor, el del tiempo ahogándose en la arena.

No es sólo un punto constante en la breve inmensidad,
Cuando el viento mece las olas,
Son caballos de agua, obra de algún dios,
Y nosotros la tierra en la mitad superior de un reloj de arena.

Una elección entre el cielo donde vuelan mis sueños,
O entre un abismo oscuro donde ir a perder un pie.

Puede que sea tu herida, pero son mis puntos de sutura,
Y ya que todo el mundo debe morir un día,
A riesgo de protegerte, alma gemela mía,
Seré el perro guardián de todos tus febriles sueños
Porque intenté imaginarme sin ti, pero no podía.

Y si nos encontramos por siempre ahora
Elegiré ese hogar donde mi corazón se ilusiona:
El hueco de tus cálidos brazos, ese lugar vencedor.

Porque podríamos ser inmortales,
Pero no por mucho tiempo.


III
EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS*
(Wonderland)

Nunca inhalé las nubes, pero los suspiros las echaron de la foto.
Esta es la muerte, la claridad.
Esta es la muerte, el cielo azul claro.

Y las nubes se desvanecieron en espiral, provenientes de mi garganta.


IV
SIN HOGAR
Ojos cansados, garganta seca,
Ella últimamente parece rendirse,
Débil, cae como un castillo de naipes.

Y ellos dicen:
La desdicha nunca avisa.
Y ellos aseguran:
Las peores cosas de la vida vienen gratis.

Pero si ellos pudieran ver dónde está,
En un cigarrillo, ella se evade del mundo,
O vende amor a otro hombre,
Porque ella no quiere que llegue la noche,
Y tal vez se emborrache de nuevo para sentirse algo mas amada.

¿Acabará esta soledad de una vez?
Ella se pregunta.
¿Empezaré una nueva vida?
Ella se cuestiona.
¿A alguien le importa?
Ella conoce la respuesta.

Porque ahí está.
Ella es real.
Ella no puede ser ignorada.
Ella es una persona.
Ella está viva.
Ella no tiene hogar.


V
LA LLUVIA

Gota a gota,
La calle empieza a inundarse.

Lágrima por lágrima,
El rímel empieza a correrse.


VI
UN CIELO LLENO DE COLORES
Unas palmadas en la pierna me despertaron de un profundo sueño. Adormilada, escuché la suave voz de mi padre decir que ya habíamos llegado. Yo aún seguía intentando abrir los ojos completamente. Cuando lo conseguí, acaricié mi mejilla, notando como la forma del bordillo de la ventana del coche se me había quedado marcada en la piel y, como esta estaba caliente, aún sin verme, pensé que seguramente mi mejilla tendría un color rosado.
Me incorporé, me froté los ojos y miré hacia la ventana. El pueblo había cambiado totalmente, no había ningún tipo de calles estrechas llenas de casitas blancas del que venía. ¿Tanto había dormido? Me quedé embelesada por tal paisaje. Simplemente era… precioso. Sin pensarlo, salí del coche, salté el bordillo bajo y corrí por la arena haciendo caso omiso a las voces de mi padre que me ordenaban ponerme la chaqueta para no pasar frío, sin embargo, mi mente estaba muy lejos de eso ya, solo podía escuchar las caricias de las olas a la orilla. Me quité los zapatos y jugué al pilla pilla con el agua cristalina. Era tan clara que podía ver el fondo del mar y como bancos de peces plateados nadaban por el. Cogí una piedra y la lancé al mar, viendo como surgían ondas cada vez más grandes a partir del rebote. El primer rebote, turquesa; el segundo rebote, azul celeste con tonos anaranjados reflejados procedentes del sol, el tercer bote, azul grisáceo; el cuarto bote, azul oscuro. La piedra se hundió en la profundidad tras mostrarme los distintos tonos del mar.
Di unos pasos hacia atrás y me tumbé en la fría arena, fría por culpa de la oscura sombra que proyectaba el peñón. Giré sobre mí misma, dejando que mi espalda tocase la suave brisa y miré el cielo. A lo lejos se veían montañas bañadas del tono naranja del amanecer. El naranja del cielo se convertía en un claro amarillo más arriba, coloreando las blancas nubes de este. Era como si una cara, una boca… ¿Zeus? soplara y su ráfaga en dirección recta perdiera fuerza y cayera, y en esta dos pequeños pájaros lucharan por salir de ella. Si alzaba la cabeza podía ver como el cielo amarillo suave se convertía en celeste hasta el infinito.
Y con la acaricia de la fina arena en la que me encontraba tumbada, cerré los párpados poco a poco, difuminándose el celeste que veía hasta caer en la oscuridad. 


VI
LA CHICA DEL REFLEJO

Veo la imagen de una chica en un reflejo,
Pero hay algo más.
Algo que sólo se ve si miras más allá de la simple imagen.
Estatura media, ojos marrones, pelo castaño ni largo ni corto, gafas.
Una chica alegre,
Pero no siempre es así,
La tristeza le hace ocultar sus sentimientos a los demás,
Piensa que es lo suficientemente fuerte como para soportarlo todo sola.

Lo que ella no sabe es que detrás de ese cristal hay gente la quiere ayudar,
Pero ella sola se dará cuenta a lo largo de su vida.


VII
SOMBRA

Tengo una pequeña sombra que entra y sale de mí.
Solo ella sabe lo que siento por ti.
Solo ella va a dónde sueño contigo y conmigo.
Pero cuando tu luz sale a florecer,
Ella huye y se esconde detrás de mí.


VII
YO RECUERDO…

Yo recuerdo cuando el sol salía en su resplandeciente amanecer,
Lágrimas deslizarse por mi rostro.
Cuando no sabía qué hacer,
Escondida debajo de la cama,
Entonces mi padre me dijo:
«Después de una larga lluvia,
Sale el multicolor arcoíris,
Y estará acompañado de esa sonrisa más brillante que este sol,
Porque yo estoy a tu lado».

Para terminar esta entrada he elegido, no uno de mis favoritos, pero si un gran poema de Baudelaire. 
¡Espero que hayáis disfrutado la lectura!


LXXXVII
EL SOL

[…]
Este padre nutricio, enemigo de las clorosis,
Despierta en los campos los versos como las rosas;
Hace evaporarse las preocupaciones hacia el cielo,
Y colma los cerebros y las colmenas de miel.
Es él quien rejuvenece a los que empuñan muletas
Y los torna alegres y dulces como muchachas jóvenes,
Y ordena a los sembrados crecer y madurar
¡En el corazón inmortal que siempre quiere florecer!

Cuando, igual que un poeta, desciende en las ciudades,
Ennoblece el destino de las cosas más viles,
Introduciéndose cual rey, sin ruido y sin lacayos,
En todos los hospitales y en todos los palacios.

Charles Baudelaire

*NOTA: el poema de "El país de las maravillas" está inspirado (y dedicado) en ese ambiente de drogas (en concreto, el tabaco) por Baudelaire. No porque yo estuviera fumando y se me ocurriese.

viernes, 6 de febrero de 2015

Roulette.


Gira y gira la ruleta en movimiento,
un futuro infernal es lo que está en juego.
¡Vamos! ¡Apuesta! ¿Qué es lo que temes?
¿Conocer el resultado y ver que has perdido todo lo que tienes?


¿Recuerdas?


Aquel día mientras el sol se levantaba sobre San Petersburgo,
consciente de que eras el siguiente en ser asesinado,
soldados con fusiles en mano,
tú eras el siguiente que sería ejecutado.
Mirabas el espectáculo horrorizado,
y justo cuando ibas a ser ejecutado,
un mensajero anunció algo sorprendente,
había estado a un paso de la muerte,
Dios lo había salvado.
Experimentando estar a un instante de la propia muerte
La sensación de mirar al abismo justo enfrente
¿Había finalizado?


No.


Se queda dentro y crece,
contaminando la pequeña mente,
es todo resentimiento,
el futuro se fragmenta,
inestable y dudoso se vuelve.
¡Zéro!
Gritó el croupier
Golpe de suerte monstruoso
¿Sientes que tu vida depende del negro o del rojo?
Su mundo era como una ruleta:
Podía ser imprecisa e impredecible,
excitante o amarga,
darle mucho o quitarle todo,
hacerle ganador o perdedor.


Quizá el destino se la ha vuelto a jugar. 
¿Necesitaba ganar para vivir 
o vivir para ganar?


No deseaba ese vulgar deseo de ganar,
él era un hombre arruinado y loco,
Consumiendo adrenalina de ese demonio.


Y es que él vive siempre al lado de la ruleta,
Al borde del abismo de la eternidad,
Va adaptándose a esa oscuridad.


Y rueda lentamente su más grande deseo,
al canto de una apuesta que no podrá ganar.
Quizás toda su vida sea una gran farsa,
pero esta noche apostará todo a una carta.


Dolor, placer; 
El jugador un adicto al sonido de las ruletas es,
tan parecido al de las serpientes de cascabel.