viernes, 23 de enero de 2015

Stereotypes are kinda ridiculous, don't you think?

Estos son tres hombres que están tomando en un bar hablando sobre lo que habían hecho la noche anterior.

El inglés dice: “Anoche yo le di masajes a mi esposa en todo el cuerpo con un aceite de oliva finísimo, luego hicimos el amor apasionadamente y la hice gritar durante 5 minutos sin parar”
El francés para no quedarse atrás dice: “Anoche yo le di masajes a mi mujer en todo el cuerpo con un aceite perfumado afrodisíaco especial y luego hicimos el amor, la hice gritar durante 15 minutos seguidos”
El español dice: “Eso no es nada, anoche yo le di masajes a mi esposa con una manteca especial, le acaricie todo el cuerpo con la mantequilla, luego hicimos el amor y la hice gritar durante 2 horas seguidas”
El inglés y el francés asombrados le preguntan:
“Dos horas, ¡¡¡que fenómeno!!!”
¿Y cómo hiciste para que gritara durante dos horas seguidas?
“Me limpié las manos en las cortinas…”

Y luego estamos en contra de eso de que dicen que los españoles nos pasamos el día contando chistes, que graciosos somos.

En fin, dejando aparte el humor por un lado, hoy os vengo a hablar de los estereotipos. ¿Y que es un estereotipo? Bueno,  un estereotipo es como un tipo de etiqueta hacia algo que se repite mucho. Sí, lo sé, las definiciones no son lo mío pero perdonad que os diga que yo no soy un diccionario, así que lo explicaré utilizando ejemplos (al fin y al cabo así es como se entiende mejor).
Yo era una chica, una niña feliz que desde siempre ha hecho sus deberes y estudiado para sus exámenes hasta que en sexto de primaria me diagnosticaron miopía por lo que sí, llevo gafas. ¿Y sabéis qué? ¡Estas gafas me dieron superpoderes! ¡Con ellas puestas soy una empollona y una friki! O eso me decía la gente.
Vale, poniéndonos serios, un estereotipo es una etiqueta que atribuyen a algo cotidiano, a algo de desde siempre, por ejemplo, la gente que lleva gafas “supuestamente” es inteligente, el típico empollón y friki, ya sabéis. Es un hecho real y si no mirad las películas, el personaje con gafas es siempre caracterizado como empollón. Y si no mirad a Dexter.
Pongamos otro ejemplo: en la sexualidad. Si ves a un hombre afeminado, si querido amigo, ¡tu gay-radar esta en lo cierto, te has topado con un homosexual! Venga, no


Los estereotipos son generalizaciones que pueden ser ciertas o no, positivas o negativas, y se aplican a personas por su procedencia geográfica, por su orientación sexual, por su edad, sexo, raza, etnia y muchos otros factores, como los ejemplos de arriba.
Por supuesto, estos estereotipos también pueden ir atribuidos hacia las naciones, que es en lo que nos vamos a centrar en concreto. En el libro de Dostoievsky, El jugador, salen personajes como el general (este es ruso); el inglés, caracterizado como el rico; el francés, a quien critica, puesto que a los franceses los tacha de galanes; y el alemán, con el que parece burlarse (por ejemplo cuando le grita “Ja wohl!”). Por supuesto, nuestro protagonista, Alexei Ivanovich, defiende los estereotipos de Rusia, el realismo ruso (nación de la que procede nuestro personaje).

Es desgraciadamente cierto que relacionamos determinadas razas con ciertos problemas de la sociedad o aspectos ilegales de la misma y esto es simplemente porque estamos acostumbrados a ver en la televisión, en el cine e incluso en las noticias que “los malos”, “los delincuentes”, “los inmigrantes” son siempre personas afroamericanas, rumanas, orientales o latinoamericanas, por ejemplo. Sólo se nos muestran los aspectos negativos de estas razas.

Además de esto me parece curioso como en dicha encuesta que he leído para informarme (encuesta) muestre los dos diferentes conceptos de racismo: el significado por el que entendemos todos, el de tener rasgos o un color de piel diferentes, y el de personas de un origen nacional distinto. Y pienso yo, ¿acaso a esa última definición se le puede llamar racismo? Reconozco que me ha impresionado. ¿Tan difícil es convivir unos con otros a pesar de no provenir del mismo sitio? Lo ideal sería pensar que la raza, el color, la procedencia solo fueran rasgos que identificasen el origen de las personas y no que sirviesen para discriminar o poner bajo el punto de mira a determinadas personas sólo por su etnia.

Por ello, como ya he dicho antes, pienso que la culpa es de los medios, ya que estos manipulan las cosas haciendo más grande la idea de que individuos africanos, latinos, etc. sean distintos a nosotros, y lo peor es que la audiencia lo acepta y se sumerge en este pozo de discriminación, estereotipos y falsas creencias.



Zanjado el tema del racismo, el cual me parece más preocupante, introduzcámonos con los tópicos europeos.
¿Os acordáis de las olimpiadas de Londres del 2012? Bueno, y si no os acordáis da igual, porque ya os informo yo. Resulta que crearon una guía de estereotipos para no meter la pata con los extranjeros que iban a ir. Absurdo, ¿cierto?

"Los japoneses tienden a sonreír cuando están furiosos, avergonzados, tristes o decepcionados"
Yo a eso lo llamo sonrisa irónica, y creedme, los japoneses no son los únicos que tienden a hacerlo entonces.

“Les puede parecer de mala educación que te dirijas a ellos con las manos en los bolsillos, que les mires a los ojos o que te suenes la nariz”
1. A mi madre tampoco le parece bien que me dirija a ella con las manos en los bolsillos y es española.
2. ¿Y si no les miro a los ojos… a donde les miro, listo?
3. Hombre… y si a la pobre persona se le está cayendo el moco… ¿estás seguro de que los japoneses prefieren que lo tenga colgando antes que sonarse?

“A un árabe le molesta que le digan lo que tiene que hacer”
¡Y a mí también! Y no soy árabe.

"Los chinos son famosos por comunicarse diciendo las cosas sin decirlas”
Aún no hay una ciencia cierta que afirme que existe la telequinesis, a mí los chinos no me engañan.

“Los españoles tienden a hablar muy rápido y muy alto y el tono suena imperativo, aunque eso no significa que intenten mostrar superioridad o enfado. Lamentablemente, aunque hablan mucho, solo uno de cada cuatro es capaz de mantener una conversación en inglés por lo que es muy conveniente que los folletos informativos estén traducidos al castellano. Sobre todo si hay versiones en italiano y japonés”
Estoy segura de que esto es culpa de Ana Botella.

“Los españoles, disfrutan comiendo y fuman como carreteros pero beben menos de lo que se podría esperar de un país que produce tanto vino. Les encanta contar chistes y reírse de sí mismos. Su ancestral machismo está declinando y España es hoy "una sociedad muy igualitaria".
Disfrutamos comiendo... eh… ¿como cualquier otra persona? No es por nada, pero necesitamos comer para sobrevivir. Sobre que fumamos mucho… ¿solo los españoles fumamos?

Lo de los chistes… bueno, España se ha tomado las cosas con humor desde siempre, ¿no? Por ejemplo nuestro querido Valle-Inclán ya se burlaba de la grotesca situación española mediante el personaje de Max Estrella. Y con tantos programas y clubs de chistes sumados con los Morancos pues… ahí nos han pillado.

“A los franceses no les cuesta nada criticar pero hay que ser pacientes con ellos. También en la mesa: nunca hay que retirar el pan hasta el final y si piden agua no les traigas un vaso, sino una jarra. Ah, ¡y sin hielo ni limón!”
Y ahora resulta que los franceses son unos señoritos, que no quieren un vaso eh, quieren una jarra.

“No pierdas los nervios delante de un alemán porque es señal de debilidad”
Pues ya verás como deja de ser señal de debilidad cuando pierda los estribos y parezca que se vaya a comer al alemán cuando le empiece a gritar.

“Levántate cuando entra una persona mayor en la habitación; no grites; no pongas los pies encima del sofá o de la mesa; no masques chicle en público; no hables con las manos en los bolsillos y cuidado con el uso de los dedos: señalar con el pulgar hacia arriba en señal de aprobación es de mala educación y apuntar a tu propia sien con el índice es un insulto. ¿Y dónde no?”



Efectivamente, ¿y donde no? Creo que todos estamos de acuerdo con que esta guía es muy estúpida. Es inevitable pensar que vivimos en una sociedad totalmente estereotipada, pero no por eso deberíamos guiarnos por los estereotipos. Los tópicos nacionales están bien a la hora de querer reírse, por ejemplo la película de Ocho apellidos vascos que se basa en poner en escena algunos de nuestros estereotipos naciones de forma humorística, pero no podemos creerlos y seguirlos palabra por palabra.
España (creo) que es uno de los países más estereotipados. Que si todos los españoles somos unos vagos, que nos gusta el flamenco y bailamos sevillanas, que tenemos una enorme pasión por los toros, que somos unos devotos de la virgen, que nos pasamos los días contando chistes, que estamos todo el día en el bar con las tapas y el típico jamón y paella, que si nos pasamos todo el día de fiesta, que si echamos la siesta….
Lo mejor es que la gente se lo cree. Basándome en mis experiencias, tengo varias amistades con mexicanos pero uno en concreto, cuando tuvimos la suficiente confianza para ponernos la cam, me bombardeó con preguntas tipo “¿Tienes un vestido de flamenca? ¿Lo tienes? ¿Puedo verlo? Oh, mucho mejor, ¡baila flamenco con el puesto!”, lo que el pobre chico no sabía es que yo, la única vez que me puse un vestido de flamenca tenía tres años y acabé desvistiéndome en la misma calle y desde entonces ningún vestido de flamenca ha invadido mi cuerpo. Además, ¡que la Romería solo dura un día! ¿Cómo pueden pensar que nos pasamos la vida vestidas de flamencas? Después de explicárselo empezó a insistir en que dijera “olé”, le gustaba mi acento español.
Lo cierto es que situaciones así son divertidas, pero lo más gracioso es que nosotros mismos también tenemos estereotipos de los demás, o al menos yo: estaba segurísima de que mi amigo −el mexicano− tenía uno de esos sombreros mexicanos cuando me respondió que no tenía ninguno y la decepción me invadió. Que al igual que no todos los españoles tenemos ahí guardado nuestro vestido de flamenca en el armario, los mexicanos no tienen su sombrero.
En conclusión, los estereotipos son algo muy generalizado, y la mayoría de veces ni son ciertos. No podemos hacernos una idea de que todos los italianos comen pasta y pizza, tienen bigotes y dicen “Mama mia”; ni de que los franceses son unos románticos porque París se supone que es la ciudad del “amor”; ni de que los alemanes son personas serias, altas y rubias por mayoría, vamos a ver, que Hitler murió hace ya, eh.

Hetalia


Los estereotipos están bien siempre y cuando sean usados con humor y no con fines discriminatorios, además, en mi opinión, nos dan una idea sobre los países que, aunque a veces no sea cierta, es algo. Por ejemplo, hay un anime llamado Hetalia en el que cada personaje está caracterizado por su país y, por supuesto, estos están basados en los estereotipos de cada uno. No pienso que debamos acabar con los tópicos sino ser más acertados con ellos. Por supuesto, finalizar esta entrada diciendo que no todos somos iguales, que lo poco que “tengo” yo de española respecto a estos estereotipos, lo puede tener otra persona, porque cada uno somos un mundo, independientemente de nuestra cultura y nación.

viernes, 16 de enero de 2015

We create our reality.

Érase una vez una clase de literatura universal formada por un profesor –como toda clase debe de tener− y sus catorce alumnos. Llegados de unas largas –cortas para otros muchos− vacaciones se sumergían en el mundo de los libros. Mientras uno de ellos mantenía su imaginación con vida, luchando contra piratas junto con el mismísimo Peter Pan, el resto vivía en la realidad, manteniendo su atención en la nueva lectura de aquel trimestre: El Jugador, escrita por Fiodor Dostoievsky.

Quedaba poco para tocar la sirena que indicaba el cambio de clase cuando el profesor les mencionó dos citas de este escritor ruso para que reflexionaran sobre ellas.

El hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci
"El hombre es un misterio, hay que resolver el misterio y si uno pasa la mayor parte de su vida intentando resolver el misterio: no dirán que ha perdido el tiempo."
(Carta a su hermano, 1839)

Desde el inicio de los tiempos hemos tratado de averiguar preguntas básicas para el ser humano. Las preguntas esenciales de la vida se repiten generación tras generación: cuál es el sentido de la vida, el bien, el mal, la muerte, el dolor... en definitiva, qué es el ser humano y cómo puede ser feliz. En nuestro mundo actual estas preguntas siguen teniendo vigencia, pero tal y como menciona Dostoievski, todo aquel que intente encontrar respuestas a estas preguntas no está perdiendo el tiempo.
Cualquiera podría no estar de acuerdo con la cita de este escritor, podría pensar que el intentar descubrir qué es el hombre es un enigma sin respuesta, que lo importante es que existimos y debemos disfrutar de la vida lo máximo posible, porque vivir, solo se vive una vez. Ya antiguamente, desde la Edad Media, cobrando importancia en el Renacimiento, Barroco y Romanticismo, hasta llegando a nuestros días (¿quién no conoce acaso la mítica expresión “Hakuna Matata”?) está presente la locución latina Carpe Diem: aprovecha el momento, disfruta el ahora, vive el momento porque vas a morir pronto. Mucha gente pensaría esto, ¿verdad? No te compliques la vida, simplemente vívela, ¿a quién le importa el saber porque estamos vivos y las rocas no? Solo disfruta del momento. 

Pero… ¿realmente es una pérdida de tiempo el intentar resolver el misterio del ser humano?
Si retrocedemos al pasado, nos encontramos con el pensamiento del mundo griego. En aquel mundo el hombre se proponía conseguir una explicación a todos los acontecimientos de su vida, tanto a los aspectos fundamentales de su existencia como a los grandes problemas y el origen del mundo, y dicha explicación solo la encontraban en base a los dioses y a los mitos. Básicamente la actitud que reinaba en el mundo griego era ni más ni menos que una actitud mítica. Por ejemplo, el origen de la Vía Láctea según la mitología era que Hera (esposa de Zeus) al apartar de forma brusca a Heracles (Hércules) de su pecho al descubrir que este era hijo de Zeus y una de sus amantes, se creó la Vía Láctea a partir de su leche derramada. Sus explicaciones eran así, como algo tan simple que es para nosotros la lluvia hoy en día, para los griegos esto ocurría sencillamente porque el dios Zeus estaba cabreado.

No sé vosotros, pero a mí me parece un buen inicio para encontrar respuestas a nuestros enigmas. Sin embargo, poco a poco fueron surgiendo personas que se revelaron y dejaron de pensar... digámoslo así “míticamente”, para después poder utilizar inteligentemente la razón como el conocimiento y el dominio de la única realidad.

Mucho más tarde surgió la ciencia. Recuerdo como el año pasado estudiábamos al famoso método científico y sus pasos para que el problema, la pregunta, la duda de alguien llegara a ser una ley o principio. Por supuesto, tal y como nos explicó nuestro profesor, muchos resultados, conclusiones eran rechazados, pero eso no significaba la pérdida de tiempo de una persona, sino que esa hipótesis podía servir de ayuda a cualquier otro para dar con la clave de su misterio.

En conclusión, lo que quiero decir con todo esto, es que la vida del ser humano es una constante evolución. Que alguien pase su vida intentando encontrar porqués no es en absoluto un desperdicio de tiempo, sino, a mi parecer, una generosa forma de proporcionarnos a todos nueva información.

No obstante, la ciencia no es la única en busca de respuestas, también lo es la religión. La historia de Adam y Eva como explicación del origen del ser humano según el cristianismo es un buen ejemplo, pero entonces, ¿cuál es la respuesta acertada a los enigmas del hombre? Muchos de nosotros diremos que la que se basa en la realidad, descartando así la teoría de los griegos, por ejemplo.
Pero… ¿qué es real?

Sin dejar de lado a nuestro querido Dostoievsky, veamos lo que es real para él, el concepto realismo desde su punto de vista.

«Por mi parte indicaré que casi toda realidad, aunque tiene sus leyes inmutables, casi siempre es increíble e inverosímil. Y a veces cuanto más real es un hecho tanto más inverosímil parece»
(El idiota, 1869)

Lo sé, a primera vista parece todo un trabalenguas, incluso a mi misma me ha costado un tiempo comprenderlo, pero no es tan complicado como parece.
Esta cita −sacada de El Idiota, una de sus novelas más importantes− expone la realidad como algo que, a pesar de ser real, no es creíble.
Os pondré un claro y reciente ejemplo. En el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se lee: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Este fue impuesto en 1948, y aún hoy día, en el mismísimo siglo XXI, como podemos ver por el famoso atentado terrorista en París, por la muerte del director del semanario satírico Charlie Hebdo, sigue sin cumplirse dicho artículo. Y dicha noticia es tan famosa por el impacto que nos ha causado. Porque hablamos de unos dibujos contra balas. Porque claro que la ofensa contra el profeta Mahoma afecta a los musulmanes, pero nada justifica ni el terror ni el ataque a lo más sagrado que es la vida. Y esto es un suceso real, por mucho que nos cueste creerlo. Y es a esto a lo que se refería Dostoievsky. A que la realidad supera la ficción.


Entonces, retomando la pregunta de antes… ¿qué es real?
El otro día mi profesora de filosofía decía que lo real es lo que existe. Si no existes, no eres real.
Y esto me hizo reflexionar y concluir en que no estaba de acuerdo con ella.
Relacionamos la realidad a lo que vivimos, al día y día, a los acontecimientos que ocurren, a un caballo… pero cosas como los unicornios, el Conde Drácula, el infierno… eso lo relacionamos como irreal.
A mi modo de ver, la mayoría de la sociedad no le gusta la realidad en que vivimos. Supongo que todos tenemos esta imagen en la cabeza de cómo se supone que queremos que ocurran las cosas, cuando luego la realidad nos golpea. Como Dostoievsky declara, la realidad casi siempre es inverosímil. Problemas como que una parte del mundo vive en extrema pobreza y hambre, que de las millones de personas que viven en este mundo no encuentres a tu media naranja o simplemente tu amor no sea correspondido, que tus padres no te acepten tal y como eres, que te sientas solo y un gran etcétera. 


Y es que queridos amigos, desde que doy uso a la razón, la vida no es justa, ni tampoco perfecta. Es por esto que vivimos en busca de nuestro final feliz. Sí sí, ese final de Disney en el que el príncipe acaba besando a la princesa y comieron perdices y vivieron felices.

Y aquí va mi teoría: y es que la ficción, tal y como la conocemos, pienso que se basa en nuestras expectativas. Porque toda obra ficticia tiene algo de real en ella. Por ejemplo, cojamos a Frankenstein del canon literario. Tal y como menciona la Wikipedia (como cualquier persona haría), clasifica esta novela en el género de ciencia ficción. Todos razonaríamos esto como “los monstruos no existen”. ¿Y si os digo yo que a mí no me parece tan ficticia, sino que, al revés, para mí es muy real? El protagonista, Víctor Frankenstein, es un hombre en busca de la clave de la vida. ¿Os parece que es la única persona que ha intenta resolver el misterio de la vida en el largo trascurso de la humanidad? Y si pensamos en el “monstruo”, si nos surcamos en la lectura de esta novela, para mí Frankenstein es un personaje muy real. No es monstruo, es simplemente que tiene sentimientos. El rechazo, la soledad… ¿acaso eso no existe? ¿No es real?

Los sentimientos, en todas las novelas, películas, obras de arte,... son muy reales, dejando aparte la ficción. Cojamos la obra más famosa y ficticia que existe: Star Wars. ¿Quién no te dice que te puedes sentir identificado con Anakin Skywalker porque se unió a los sith como Darth Vader para poder salvar a su esposa Padme Amidala? Pienso que mucho de nosotros daríamos lo que fuera por amor, y a pesar de toda la ficción de esta obra como de muchas, los sentimientos son reales.


Respecto a esto me gustaría decir que me cansa esa gente que nos dicen que estamos perdiendo el tiempo leyendo esas tonterías, que nos están lavando el cerebro a nuestra generación y a nuestra sociedad. En mi opinión, aprendemos de estos libros y películas mucho más que la escuela nunca podría enseñarnos. Sinceramente, no sería la persona que soy hoy sin esas historias. La ficción puede mantener la mayor sabiduría, si la historia es lo suficientemente buena como para hacernos sentir y entender. 

Por lo tanto, a mi modo de ver, construimos historias fantásticas, nos sumergimos en estas sólo para escapar de la realidad.







Y no solo por eso me parecen reales, sino que, centrándonos en concreto en la literatura que de eso trata esta asignatura, estoy segura de que cada autor incluye una pequeña parte de su vida en sus obras. ¿Quién sabe si la razón de Shakespeare de dar muerte a todos los personajes en sus novelas tiene algo que ver por cómo le afectó su oficio en el matadero/carnicería en el que trabajó en su infancia? ¿Que no hay algo de su hijo fallecido Hamnet en su obra Hamlet? ¿Que el romance de Werther hacia Charlotte no tiene nada que ver con el que tuvo Goethe hacia la prometida de uno de sus amigos de mismo nombre? ¿Que la epilepsia que posee el protagonista de El Idiota de la novela de Dostoievsky no está inspirada en la que él mismo tuvo? ¿Que la novela El Jugador imita la grave adicción por el juego que este poseía? ¿Que al igual que Goethe, el personaje Paulina Alexandrovna está inspirado en la misma Polina Suslova y por ello el protagonista tiene el mismo carácter y sentimientos que el propio Dostoievsky? ¿Casualidad? No lo creo.

Por supuesto, decir que la realidad no es la misma para cada uno de nosotros. Cada uno la percibe a su manera. Mientras que para unos el único dios que existe es Dios padre, para otros es Alá. Mientras que para las mujeres del Decamerón el amor era algo abierto, carnal para Romeo, por ejemplo, era algo muy pasional y platónico. Mientras que para mí el cielo es de color azul para un daltónico es amarillo. Nadie se equivoca, nadie está loco, simplemente como diría Cheshire: “mi realidad es diferente a la tuya”.


Como ya he mencionado antes, la mayoría de nosotros intentamos huir de la realidad, recurriendo la ficción. Esta ha sido asignada por siglos como "falsa", sin embargo, como ya dije, la buena ficción ofrece más verdad sobre el mundo, sobre la vida, e incluso sobre el lector, que puede encontrarse en la no-ficción.






Yo sé cómo la ficción me importa, porque si quiero expresarme, tengo que inventarme una historia en mi cabeza. Algunas personas lo llaman imaginación. Para mí, no es imaginación, es sólo una forma de ver. Si hay gente que piensa que Dios es real a pesar de no haberlo visto nunca, ¿porque no iba yo a pensar que los fantasmas son reales también? Pienso que, dentro de los libros, también existe una realidad, porque nosotros aceptamos leer como si todo lo que sucediera fuera real, no leemos para juzgar los sucesos anormales, sino que leemos entregándonos a la historia. 

Esto me hace pensar en el proceso de la vida. En la infancia, cuando somos niños, todos tenemos sueños, ¿cierto? No sé vosotros, pero a mí Disney y mis libros me afectaron mucho. Me imaginaba mis historias, por ejemplo, cuando iba al centro comercial me iba a la sección de juguetes imaginándome que todos estos poseían vida. Usaba la imaginación constantemente. Estoy segura de que todos nosotros de pequeños éramos unos pequeños Don Quijotes. Y a medida que crecemos, que aprendemos, vemos viendo que todo esto no es así. Que no existen los cuentos de hadas. Que la realidad no es tan bonita como la pintan.
Y es entonces cuando empiezas a comprender por qué Peter Pan no quería crecer.




Sin embargo Peter Pan no es real, ni esto es un barco rodeado por piratas y mucho menos Nunca Jamás, así que vuelve a la realidad.